
En cuanto vimos todo lo que se dijo, yo Mahoma y el Arcángel Gabriel, fijándome bien, vi setenta mil hileras de ángeles en el cielo, donde se hallaba el trono: todas estaban ordenadas, unas detrás de otras. Y así, ordenados por hileras, caminaban alrededor del cielo de modo que se entrecruzaban con otros ángeles y, mientras se entrecruzaban, cantaban con tal fuerza y alababan a Dios levantando sus voces, de tal modo, que todos los cielos los escuchaban. Después vi otras sesenta mil hileras de ángeles, todos estaban en pie y juntaban sus manos detrás del cuello. Cuando los primeros ángeles que he referido levantaban sus voces, los demás también levantaban las suyas cantando: «Bendito seas, Dios grande y poderoso, pues no hay otro Dios sino Tú. Tú has creado todas las criaturas y todas te obedecen» después, vi otras cien mil hileras de ángeles, todos estaban en pie con su mano derecha sobre la mano izquierda, encima de sus pechos. Estos ángeles estaban cubiertos de cabellos y plumas y todos los cabellos y todas las plumas alaban a Dios de maneras tan diversas que nadie podría contarlo: todas eran completamente distintas. Y vi todavía algo maravilloso: los ángeles, que llevan el cielo donde se halla el trono de Dios, eran tan largos como el recorrido que puede caminar un hombre en doscientos diecisiete mil años; la anchura de su pie era igual a una andadura de siete mil años de caminata. Cada ángel poseía tal número de rostros y de ojos que nadie los podría contar ni imaginar, salvo Dios, que los creó. Cuando estos ángeles deciden llevar el cielo, doblan sus rodillas, y otros ángeles que allí se encuentran les exhortan a orar diciendo: “No hay otro dios sino el Dios todopoderoso sobre todas las cosas”. Después de hacer su oración, al punto, los ángeles se levantan sobre sus pies; y son tan grandes que con sus pies atraviesan todos los cielos y la Tierra hasta alcanzar el viento, que se encuentra debajo de ella. Ya que tienen una longitud igual al recorrido que puede caminar un hombre en quinientos años de andadura. Todos alaban a Dios de muy diversas maneras y no cesan de alabarlo, diciendo: “No hay otro dios sino el Dios santo, bueno, grande y poderoso sobre todas las cosas” Al terminar su oración, piden a Dios por todas las criaturas, sobre todo, por los hombres y las mujeres que creen confiadamente en Él y que guardan sus mandamientos.»
La Escala de Mahoma
«Porque en él fueron creadas todas las cosas, la que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.»
La Biblia, Colosenses 1:16

El ángel es una figura que, en cuanto a su forma específica, ha estado presente, sobre todo, en las religiones que se basan en un libro o en un texto sagrado, el cual, los fieles consideran ha sido revelado por Dios. Aunque en la religión hebraica, la Biblia, cumple esto tan sólo en el Antiguo Testamento, la religión cristiana, sí considera a ambos testamentos provenientes de inspiración divina. Y la religión islámica, por su lado, lo entiende así con el Corán. Las religiones que se basan en una escritura sagrada, por lo general, son religiones monoteístas, fundadas, por tanto, sobre la creencia en un único Dios, creador y regidor del universo, sea cual sea el nombre que se le designe.
Ahora bien, ¿Por qué hallamos esta figura divina en religiones donde su eje de creencias, se centra en una única deidad?
La razón es muy sencilla:
Generalmente, estas religiones conciben un Ente Supremo, distante en su magnificencia y sacralidad, por tanto, tienen necesidad de un ser que sirva de intermediario, entre aquel ser trascendental y la humanidad, entre el ser de luz y el ser terrestre y mortal. Así, la figura del ángel da solución al problema fundamental de la correspondencia entre Dios y el hombre, no obstante, vemos como esta figura ha enmudecido con el correr de los siglos a medida que los pueblos y civilizaciones se han desarrollado.
En cambio, en las religiones politeístas, son precisamente las mismas deidades las que frecuentemente acompañan e interactúan directamente con el hombre. Aunque, también en aquellas religiones, distintas a las monoteístas, se hallan, sin embargo, entes sobrenaturales que son intermediarios y que, de alguna forma, ejercen las funciones propias de los ángeles: son protectores, consoladores, inspiradores, guías y también espíritus custodios de los tantos elementos que constituyen el mundo natural.
A pesar de que existe una pluralidad más o menos vasta, estos seres terminan por presentar muchas afinidades y semejanzas con los “ángeles” propiamente dichos, por tanto, quizás pueda decirse que tal entidad mensajera entre dioses y hombres está presente en el patrimonio religioso-espiritual de cada cultura muy a pesar de que, yendo de Persia hasta Oriente, vemos como la idea del ángel, como lo conocemos, tiende a hacerse más vaga e incierta.
Hay que destacar que este ser que sirve de intermediario y que ha estado presente en las tradiciones de multitud de pueblos. Tales como: asirios, babilonios, fenicios, egipcios y persas, de algún modo, han influenciado la concepción hebraica de los ángeles. Y la doctrina hebraica, en cuanto es la más antigua, obviamente ha influenciado, del mismo modo, al cristianismo y al islamismo.
Asimismo, se deber tener en consideración la relación con el mundo clásico y la filosofía griega, que tuvo una profunda influencia sobre el hebraísmo de la época de Cristo y luego sobre los padres de la iglesia y su respectivo modo de entender el mundo angelical.
En fin, desde el inicio de la historia de la humanidad, observamos la presencia de los espíritus de la naturaleza, los cuales se consideraban benévolos y que presidían varios elementos, contrapuestos a los espíritus malvados los cuales se encargaban de destruir tales elementos, imágenes que representan esta idea, las podemos encontrar incluso ya en las pinturas rupestres de la prehistoria.
Ahora bien, hay muchas descripciones e interpretaciones sobre el origen de los ángeles, las más, son las que predican que los ángeles fueron creados en el origen de los tiempos por Dios mismo, y sus descripciones son variadísimas y antagónicas, al punto de someterse a estudios copiosos y diatribas intelectuales muchas veces rayanas incluso en el absurdo, por tanto, la iconografía angélica se ha resentido en el tiempo y debido a esa progresiva racionalización y a los sucesivos ahondamientos dialécticos, cada vez más, la imagen inicial completamente sugestiva y plena de ricos simbolismos ha perdido mucho de su auténtica carga de originalidad psíquica. Por eso, los más antiguos modelos figurativos de gran aliento creativo, en los que veíamos elementos múltiples: rostros rodeados de alas, ruedas o cuerpos cubiertos de ojos, mayor número de brazos y extremidades, colores abigarrados o estridentes, etc. Se fue sustituyendo, a partir del Renacimiento, por el modelo estereotipado del hombre alado, cada vez más humano y cada vez menos fantástico y menos rico en sugerencias.
Según otros, los ángeles derivan de los manes, es decir, las almas de los difuntos que han sido divinizadas. De hecho, Según muchas culturas, se mantiene la creencia de que los espíritus bondadosos de los humanos, luego de la muerte, se convierten en entidades protectoras de los vivos y que continúan su peregrinaje divino en forma de energía, la cual, se va elevando gradualmente, a escaños cada vez más elevados, según sean sus acciones en ese otro plano, integrando así una jerarquía celeste.

El hecho de que los ángeles estuviesen constituidos en una jerarquía ordenada, ya lo podemos rastrear en textos sagrados del islamismo y también hay indicio de eso en varios textos bíblicos, como pudimos constatar en los ejemplos citados en la introducción. Sin embargo, la idea de una Jerarquía Celestial rigurosamente organi-zada la encontramos en un texto del siglo V o VI, obra de un autor desconocido y que la Antigüedad lo identificó como Dionisio Areopagita, comúnmente llamado Pseudo Dionisio, el texto lleva por nombre Coelesti Hierarchia, en este texto, el autor, basándose en textos sagrados, y estableciendo comparaciones y paralelismos muchas veces atrevidos, creyó poder identificar una estructura tripartita, que a su vez, se subdivide en tres más.
Así pues, según él, hay tres jerarquías, compuesta cada una de ellas de tres órdenes de ángeles. La primera está compuesta por Serafines, Querubines y Tronos; la segunda, por Dominaciones, Virtudes y Potestades, y la tercera, por Principados, Arcángeles y Ángeles. La importancia de la jerarquía y de los órdenes es descendente, y tan sólo los últimos órdenes entran en contacto con el género humano.
Autor: E. J. Ríos
Pasemos a describir cada uno de ellos y sus respectivas funciones:
Primera Jerarquía

Serafines, Querubines y Tronos
Serafines
Los Serafines ven a Dios como último objeto de todas las cosas y arden de amor por él. Sirven como encargados del trono de Dios y cantan continuamente sus alabanzas. Se dice, que rodean el trono de Dios, regulando el movimiento de los cielos que emana de Dios. No tienen una forma física humana y se les representa en forma de bola de fuego donde se trasluce un rostro con tres pares de alas.
Querubines
Los querubines conocen las razones de la providencia, que identifican con la propia forma divina. Son los guardianes de la luz y las estrellas. Aunque no están en el plano de la realidad humana, su luz divina se filtra del cielo y toca la vida de los hombres. Se les representa con cuatro alas y con un tono azulado y dotados de pies y manos. Hay versiones en las que poseen dos caras y en las que sus alas están llenas de ojos por su incontenible conocimiento de todo
Tronos
Los tronos consideran la disposición de los juicios divinos en sí, están relacionados con las acciones de los hombres. Son entes que antiguamente se conocían como espíritus de las Estrellas. Llevan un registro de las acciones humanas y son también los constructores del orden universal. Sirven de escaño o asiento celestial a Dios, adquieren una curiosa forma de rueda, pudiendo conducir así el carro divino. Están además, poblados de ojos y son de color rojo.
Segunda Jerarquía

Dominaciones, Virtudes y Potestades
Dominaciones
Tienen la tarea de regular los deberes de los ángeles inferiores. Reciben órdenes de los Serafines, los Querubines o hasta de Dios. Son responsables de que el universo mantenga su orden. Aparecen decorados o en forma de estrellas, llevan una corona un cetro y una espada.
Virtudes
Las Virtudes cumplen los mandatos divinos y su deber es supervisar a distintos grupos de personas. Aparecen vestidos como diáconos y portan una rama de lis. Es común verlos con una espada y el Libro Sagrado. Además, pueden representarse con un tarro de perfume como símbolo de oración y balanzas, trompetas o rayos simbolizando su papel en el Juicio Final.
Potestades
Conservan el orden impuesto por la providencia divina. Son seres angelicales de salvaguardar la conciencia y la historia. Los ángeles de la muerte y nacimiento se encuentran en esta categoría. Su deber, además, es supervisar la distribución de poderes entre los humanos.
Tercera Jerarquía

Principados, Arcángeles y Ángeles
Principados
Velan por el bien común y son quienes vigilan el mundo y ejercen de imitadores de Dios al representar el principio de todo. Se piensa que son los guardianes de las naciones y países, de manera que supervisan los acontecimientos mundanos referentes a las acciones de la humanidad como sociedad.
Arcángeles
Los arcángeles se ocupan del bienestar humano y sopesan sus esfuerzos, además, son líderes administrativos de los seres celestiales. Un arcángel recibe, usualmente, una tarea de suma importancia para la humanidad.
Ángeles
Son los que conforman el último grupo del ejército de Dios, y por este motivo, los más cercanos a los hombres. Dentro de la categoría de ángeles hay muchos tipos de funciones. Son los ángeles de esta jerarquía los que son enviados como mensajeros y protectores de cada ser humano en particular.
Estas estructuras jerárquicas, generalmente, han sido aceptadas por la iglesia debido a que Santo Tomás las validó ya que le pareció que precisan mejor las características individuales propias de cada orden.
En la Religión Hebraica
La religión hebrea, en cambio, clasifica diez clases de ángeles: Khayoth, Animales; Ophanim, Ruedas; Erelim, potestades; Elohim, Dioses; Bené Elohim, Hijos de los Dioses; Kerubim, Querubines; Khascmalim, Ardientes; Seraphim, Serafines; Melakhim, Ángeles; y finalmente Ischim, Hombres.
En el Islamismo
En el islamismo también se integran a los animales y a los hombres dentro de las órdenes de ángeles, en el caso de los animales recuerda al tetramorfos, y en el caso de los hombres, puede referirse a los ángeles más cercanos a la criatura humana, o quizás, sólo da a entender, más que una jerarquización celestial, un orden de todas las criaturas creadas por Dios.
Así encontramos siete especies distintas, cada una de las cuales habita uno de los siete cielos y esta guiada por un ángel principal. En el primer cielo habitan los ángeles de forma bovina, encabezados por Ismail; en el segundo, los buitres, encabezados por Micael; en el tercero las águilas, encabezados por Cadyael; en el cuarto, los caballos con Calcael, en el quinto, los Hur, con Kalkail, en el sexto los niños, con Samael, y en el séptimo los hombres encabezados por Rubael.
